BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

04 octubre 2013

¡YA REGRESÉ MUCHÁ!

"Ya vine de donde andaba, se me concedió volver", dijo don Tono, ahora  sí que la amapolita, se las voy a quedar debiendo muchades, por aquello de las decomisadas y las malas interpretaciones.  Para los que no saben de qué puñetera cosa estoy hablando, es primeramente de la canción ranchera de don Antonio Aguilar que se llama "El Ausente" y que, como decía una doñita, es más vieja que'l ventoso y la ponían en la Radio Mundial hace como mil años. De lo otro que estoy hablando es que andaba yo medio perdidona en las mieles de la vagancia y ya hace tiempo que no escribía nada en estas empolvadas hojas electrónicas de mi viejo, pero bien querido Blog.  Así que que aquí estoy, ya llegué, pa' servirle a usté...¿verdad usté?

La onda es que entre que me ha pegado ese mal de última moda que se llama La Fibromialgia, revuelta con la Artritis Reumatoidea, ya como que se me adelantó la vejez y ando sólo con dolamas por todos lados y a veces, sin ganas de hacer ni máis y con eso, que ningua medicina me hace, pues ya voy "piorsh", dijo el chunto.  

Ah, pero dejemos a un lado las chaquirrias y déjenme contarles que para olvidarme un poco de ellas, nos fuimos con mi Negris a dar una vuelta allá por donde el mundo se parte en dos, aquél uno se abrió y me llevó por fin a conocer ¡los Ecuadores!

Sí, nos fuimos a Ecuador y qué chulada muchá.  Bueno, viviendo acá en New York, con tanto Ñaño* por todos lados, como que lo único que cambia uno es de territorio, porque las comidas y modos de hablar ya se van aprendiendo poco a poco, especialmente si se va a dar una vuelta a la Roosevelt Ave, en Queens. 

Bien, la cosa es que decidí irme a conocer la tierrita del Negrito y de paso ver cómo se siente vivir en el otro hemisferio de la tierra, yo que siempre he estado de este lado y nunca me había ido tan allá, ni cuando fui a ver a los otros negritos, al atravesar el Estrecho de Gibraltar,  en el África.  No llegué hasta abajo, nomás allí a ver algunos turbantes.

Pero ahora sí, patojos, allá en Ecuador sentí los vientos del otro lado del mundo y me convencí de que están bastante parecidos a este lado. Bueno, al menos me desengañé.  

Lo primero que vi fue la hermosa ciudad de Guayaquil...¡Puchis! de repente sentí como que había llegado a Miami, ustedes, no sólo por el calor de la gran puchis que hace, sino porque se ve muy chula la ciudad, muy moderna y llena de luz.  Un poquitío desordenada en el centro no más, pero nada comparado con la Avenida Bolívar de Guatemala, que es un sólo merequetengue con todo y buses con gente colgando.  Eso sí que no vi para nada en Ecuador, ni las jarrillas de camioneta, ni cristianos encaramados, ni guindando.  Muy bonito pero,  ¡cómo hablan los guayacos hombre!

Amanecimos en Guayaquil y pude concoer el centro de la ciudad, así como también el famoso Malecón 2,000, donde caminamos agarraditos de la mano, viendo el Río Guayas y la variedad de atracciones que hay por allí. Con decirles que hasta me encontré una máquina de coser antigua y me puse a buscarle el modo.  Luego supe que era de la Marina Ecuatoriana, porque al lado estaba la gorrita del que la estaba cuidando, pero como que en ese ratito se fue al baño, porque la dejó olvidada y en un descuidito me la puse, de mica, para tomarme la foto que encabeza este post.    Lástima que teníamos poco tiempo, porque estaba haciendo muy bonito clima, especialmente para mis huesitos reumáticos.

Pero, como nuestro destino final era la ciudad de Cuenca, nos tuvimos que apurar y después de almorzar unas empanadas de verde y de morocho, nos fuimos al aeropuerto a tomar el avioncito para encaminarnos a la Atenas del Ecuador.  Y cuando digo avioncito, es literal muchá...púchica, qué miedo me dio cuando vi aquél animalito tan chiquitío al  que nos íbamos a subir.  En mi pu...ra y cosmopilita vida, jamás me había subido en un avioncitío tan chiquito. De juguete parecía...¡Uy no, uy no!, desde que lo vi de afuera, me estaba haciendo ojitos el enanito ése, como haciendo planes de la bendita hamaqueada que nos iba a pegar.

¡Ya me regresaba muchá!, pero como siempre digo !Arriba los valientes!, no tuve otra que hacerle honor al dicho de mi señor padre y me dije "vos Chachi, si no te le has ahuevado a un Aravá, ni a ir colgando las patas de un Bell 206L Ranger para cubrir una nota, mucho menos te le vas a amilanar a este juguetío".  Así que sin pensarlo mucho, entré a ese dizque avión de la TAME, que más parecía ruletero pa' Jocotales, de tan pequeñito.

Arrepentida muchá ¡por la grandiosísima  pu...nta del Pichincha!, qué mal nos trató el engendro de aeroplano ése, que pa'rriba, que pa'bajo...,¡puchis hombre, parecía la Rueda de Chicago, revuelta con El Pulpo y las sillas voladoras!. LA TORRE DEL TERROR que les conté hace tiempo, era una niñería al lado de eso.

Lo que pasa es que no sólo son tan pequeños esos dizque aviones, sino que como van de la costa a la sierra, tienen que elevarse por encima de los Andes para no estrellarse en ninguna cúspide por allí y, de paso, vuelan encima de precipicios y del Parque Nacional Cajas que es una maravilla llena de lagunas y cascadas, pues ya se imaginarán cómo se sentía la jaloneada.  Ya me veía yo cayendo entre las pepescas heladas, heladas.

Al llegar, me pesaba todo ustedes, tanto que me preocupé, pero era sólo el susto.  Lo único que quería era bajarme de esa cosa, y por allí en un reflejito vi que llevaba yo ¡una cara! con todo el pelo parado y los ojos hundidos del tremendo hamaqueón que nos pegó el avión.  Y lo jodido fue, que en la Terminal, había familiares de mi esposo, literalmente tomándonos la película con cámaras en mano. Yo mejor me hice la babosa por allí y escondí la cara de   gallina quish, con la que llegué a la hermosa, muy noble y muy leal ciudad de Cuenca de Santa Ana de los Cuatro Ríos. 

Así de elegante como nuestra Antigua Guatemala, resuena el nombre y el esplendor de esta maravillosa ciudad, que  tendré el honor de mencionar en este humilde y ya desenpolvado Blog, pues merece más que un Post completo de esta sencilla servidora de ustedes.

Mientras tanto, saco de su caja el sombrero de Paja Toquilla, única en el mundo y oriunda de esa tierra, para ponérmelo y luego quitármelo para saludar con el lujo merecido a esa bella ciudad, y así contarles mis andanzas por la Cuenca de mi amado Negrito.




Hasta mi próxima sentadita en la compu...¡Ay no se me olvida aún el susto del avioncito pizarrín, aquél! #$&/&"*+



*Ñaño: modismo ecuatoriano para llamarse entre hermanos y a veces, entre amigos.  En el exterior, se les llama así a todos los ecuatorianos. 

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1 Comments:

At sábado, 05 octubre, 2013, Blogger Unknown said...

Si que esta grandota esa maquinita de cocer... que alegre que te acuerdes del blog y nos cuentes tus aventuras por Ecuador. Ahora que lo pienso, yo tampoco he estado en el polo sur.

 

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