BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

14 septiembre 2011

ALGO PARA NO EXTRAÑAR MI GUATE

Por motivo de los trámites de nuestra reciente boda, el Negris y yo tuvimos que ir a nuestros respectivos consulados para renovar el pasaporte.  Primero, y por estar más cerca, nos fuimos al Consulado General de Ecuador, y desde que entramos al edificio, un caballero de traje completo nos recibió amablemente en la puerta, preguntándonos cuál era el trámite que deseábamos hacer, orientó al Negris, le tomó su nombre y hasta nos dio una silla para sentarnos.  

En pocos minutos lo llamaron, le cobraron el trámite, le hicieron copia a los documentos necesarios, le tomaron la foto, le dieron una contraseña y nos invitaron a ir a tomar algo a los alrededores de Queens, New York, para regresar en un par de horas y recoger el respectivo pasaporte.

A los pocos días, pudimos hacer tiempo para ir a Manhattan a realizar el trámite de mi pasaporte guatemalteco.  Bien, antes de echarnos el viajecito, llamé por teléfono para cerciorarme que estuviera abierto el Consulado General de Guatemala, el día que decidimos ir.

Desde que me contestaron empecé a sentirme en mi Guate: el que levantó el teléfono sonaba tan amargado, como si había dormido toda la noche con la nalga destapada.  Le hice una pregunta y al llegar a la segunda, me dijo mero bravo, que mejor llegara a la oficina para resolver todas mis dudas (muy amable él...como si todos viviéramos a la vuelta del Consulado).  Me imaginé al "distinguido" caballero, llegando tarde, con una bolsita en la mano, todavía bostezando y decidido a echarse su santo desayuno sobre su escritorio (a lo mejor me equivoco, ¿verdad?).

Llegamos a la famosa Park Avenue de Manhattan (porque para creídos los chapines) y allí, en un edificio pequeño, vi ondear mi hermosa bandera, eso sí, como que tiene años de que no la lavan, ¡más sucia!, bueno, hay cosas que se pueden escapar de las manos...digo yo, pues.

Entramos y contenta le dije a mi Negrito "Bienvenido a Guatemala", pero nadie nos estaba esperando en la puerta, nadie nos orientó acerca de los trámites y medio dudosa me acerqué a una puerta donde estaban aglomerados como cinco paisanitos viendo para adentro,  por un momento me vino un flashazo de las fiestas de los pueblos. Al escuchar a mis paisanos hablar en uno de nuestros hermosos idiomas mayas, me di cuenta que allí mero era dónde tenía yo que entrar...allí era la pachanga. 

Me acerqué, pidiendo un poco de permiso para pasar y me encontré con una oficinititía, con 4 personas amontonadas.  Parecía la Dirección General de la Policía, de hace como 20 años.  Nadie salió a mi encuentro para saber en qué podía servirme...Nada, yo tuve que buscar allí quién fregados me hacía caso. Me voltió a ver una mujer de pelo pintado y despeinada que antes de que yo le consultara algo, me preguntó en forma prepotente:  "¿quiere un número?".

Yo por más fregar y en son de broma le dije: "No, yo no vine a comprar lotería, vine a renovar mi pasaporte".  Creyéndose la Primera dama de la Nación (pero no de Guate, sino de USA, digo yo), me dio un número, un formulario y me dijo que esperara afuera, que me iban a llamar. Pero antes me preguntó si llevaba la fotocopia de mi pasaporte expirado. Yo le dije que no, y como en el Consulado de Ecuador, le sacaron las copias volando a mi marido, pensé que allí también.

Pero no. La mujer otra vez, haciéndose la gran cosa me indicó a medias, dónde estaba una tienda en la calle para ir a sacar las copias como a 2 cuadras. Y para nada se le cayó una sonrisa a la servidora pública.

Regresé y, por suerte, me tocó con una señora muy amable, que con su sonrisa, educada voz  y cortesía, les pone punto a todos allí.  Ella me resolvió todas mis dudas y amablemente me pidió que pasara a pagar el costo del nuevo pasaporte. 

Pensé que ya se estaba arreglando la cosa, pero no, se puso mala otra vez.  Entre la montonera de escritorios, había un hombre sentado ante una mesita chiquitita, con una caja de cartón y un sello.  Me recordó aquellos que emplastican en el centro de la Capital.  Todo pesado me dijo lo que debía pagar, y que por favor le diera cabal porque no tenía para darme vuelto.

Yo, con mi característica actitud capitalina universitaria, revuelta con Miteco presumido,  y ya algo brava, le pregunté: "¿Y si no tengo cabal,  qué?.  Como que no esperaba que le saliera yo algo brincona, que se empezó a registrar los pantalones para ver si tenía vuelto.

Luego, me dijeron que saliera a esperar a que me llamaran para tomarme la foto.  Como a la media hora, les dio la gana llamarme y cuando llegué al escritorio donde toman las fotos, hasta un tufito me llegó.  Allí estaba un señor que creo que se pasa bravo todo el día.  Por estarme haciendo para atrás, para no aguartar el tufo, me tomó una foto la más pateada, que parezco chompipe ya listo para los tamales...

Tanto aguantar la actitud y poca cortesía de casi todos, para que me dijeran que en 15 días me iban a mandar por corrreo el pasaporte.  Bueno, me dije, todo está bien, siempre y cuando no tenga que regresar a verles la cara y aguartarles sus tufos a todos éstos (con excepción de la amable señora que me tomó los datos).

Allí comprendí por qué mis pobres paisanitos, estaban todos asustaditos en la puerta.  A duras penas estaban llenando los formularios, nadie les ayudaba y encima con malos modos.

Ah porque la actitud de algunos de los empleados, su forma de hablar y hasta de ver, es de aquellos que se creen la "divina garza", cómo se ve que la educación y los buenos modales, pero sobre todo la distinción no se obtiene ni trabajando en Park Avenue. Es como para tomarle prestado el lema a la Universidad de Salamanca, pero cambiándole un poquito:  Quod natura non dat, Manhattan non praestat (Lo que la naturaleza no te dio, Manhattan no te lo presta).

¡Qué barbaridad! A excepción de la adorable, distinguida y cordial dama que me dijo llamarse "Nidia",  todos allí son un manojo de corrientes. Quitémosles lo mal vestidos y mal arreglados,  pero  lo maleducados y poco corteses no se les puede perdonar. 

Guatemala se ha catalogado por tener uno de los niveles académicos más altos de América, pero eso creo que nos lo guardamos para otros menesteres, porque habiendo tantas personas distinguidas, educadas y corteses, especializadas para representarnos en  los Consulados Generales, tiene que mandar a éstos, que por encima se les ve la mala gana con que trabajan y su poco sentido de la diplomacia. 

O a lo mejor no les pagan bien, ¿verdad? y por eso se pasan decpecionados los pobres.

Al final, me dio vergüenza con mi Negris.  Tanto ponerle en alto a mi Guatemala, para que se viniera a decpecionar con los del Consulado.


En todos lados hay bueno y malo...pero qué pena que al Consulado General de Guatemala en Nueva York, no hayan mandado los buenos, sino los malos oficinistas chapines. Algo así como para no extrañar la típica burocracia de nuestra amada patria.

No es mi afán hablar mal de nadie, sino recordarles a los trabajadores de todos los consulados y embajadas de Guatemala en el mundo, que la educación y los buenos modales deben ser siempre la insignia de los guatemaltecos.  Mi saludo cordial a la señora Nidia, que quien con su distinción y  educada actitud, pone en alto un pedacito del territorio guatemalteco en medio de la Capital del Mundo. Vale la pena mencionarla. 

Felíz día de la Independencia mis amados compatriotas,  en donde quiera que se encuentren. Procuremos que ondeen siempre en alto los colores de nuestra bandera y  brille el honor de los chapines  a través de nuestros actos de amor. 

"Es tu enseña pedazo de cielo
en que prende una nube su albura,
y ¡ay de aquel que con ciega locura,
sus colores pretenda manchar!"