BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

23 diciembre 2011

CHITO, EL MAPACHE QUE ENCONTRÓ LA NAVIDAD (Segunda Parte)

Lo primero que Chucho le advirtió fue tener cuidado con los automóviles.  Le comentó que cuando estaban parados, tenían unas ruedas negras muy útiles para ir al baño, y que cuando pasaban despacio frente a su casa, también le daban ganas de perseguirlos, pero eran muy veloces y que en las grandes ciudades había muchos llenos de luces y ruidos.  
 Lo más difícil fue atravesar las carreteras. Chucho también le comentó que muchos perros, bandidos (mapaches)  y otros animales morían en su intento por pasar las calles, pero sólo había que aprender a atravesarse.  
 

Caminaban  hacia la gran ciudad, escapándose de los automóviles y sus mortales llantas, Chito se moría de miedo, pero la ilusión por conocer la Navidad, lo hacía levantar el ánimo. Y librando la batalla de las carreteras, lograron llegar a la gran ciudad.  Estaba sumamente anonadado ante tantas luces  y alegría.  La gente caminaba por todos lados.  Emocionado por encontrar lo que buscaba entre tanta luz, pregunto a  Chucho.

-Y dónde está la Navidad?

- Navidad, allí - le respondío el perrito, señalándole las vitrinas de las tiendas. Navidad, comprar, comprar y comprar.

Curioso por ver de cerca de lo que se trataba la Navidad, Chito pegaba su naricita al vidrio de las vitrinas y observaba a la gente, haciendo grandes colas para pagar artículos, que luego envolvían en regalos.  

Distraídos estaban viendo a tanta gente alrededor, cuando un hombre armado con una escoba, les dio a ambos tremendo escobazo, mientras las mujeres gritaban y salían corriendo.  Antes de recibir el segundo golpazo, se dieron a la fuga...

Chito sentía en su corazón, una tremenda decepción.  No podía creer que la Navidad era eso: Correr, comprar y vender.  Eso era demasiado frío.  Y aún cuando las luces y los adornos de la gran ciudad se veían hermosos, dentro de su alma, él creía que algo o alguien mucho más grande había detrás de todo eso. Que la Navidad era un acontecimiento para el mundo entero y que tenía que significar algo más que lo que estaba viendo a su alrededor.  Había olvidado el nombre que el Abeto le había dicho en el bosque, pero sabía que podía encontrarlo.

Chucho se miraba muy contento paseado por New York City y al llegar a Central Park le dieron ganas de hacer pipi, por lo que se detuvieron en la esquina de la estatua de un hermoso caballo que estaba parado en un enorme pedestal.  Montado en él, lucía un señor muy elegante, un poco circunspecto y rígido.

- ¡Hey, sinvergüenza, no orines mi pedestal!-  le gritó el señor a Chucho.   Avergonzados, se disculparon con aquel elegante personaje, quien les dijo llamarse Simón Bolivar, les comentó que ya estaba acostumbrado que los perros hicieron su parada por alli.

¿Qué los trae por acá, especialmente a ese valiente mapache, que no tiene miedo de salir del parque y revolverse entre la gente? - les preguntó.

- Busco la Navidad - le contó Chito. Vengo desde muy lejos buscándola.  Chucho me dice que la Navidad es todo esto que veo, pero dentro de mí, hay algo que me dice que no, que la Navidad es más que lo que veo ahora.

- Tienes razón - , le dijo don Simón.  Desde aquí sentado en mi caballo, he visto muchas cosas.  Y cada año, por estas fechas, sale una estrella en lo alto del cielo.  Mis antepasados me contaban que tres magos hace muchos años, también como tú, buscaban la razón de la Navidad, y la encontraron siguiendo la estrella.   Estoy seguro que en esa luz, puedes encontrar las respuestas que andas buscando mi querido y valiente  amiguito.

Aún en medio de las luces de la gran ciudad,  Chito alcanzó a ver a la estrella de oriente y decidió seguirla.  Acompañado de su nuevo amigo Chucho, dieron las gracias a don Simón, quien elegantemente sentado en su caballo de bronce, les dijo adiós deseándoles buena suerte.  

Emprendieron otra vez el camino, hasta afuera de la gran ciudad.  Juntos, atravesaron de nuevo enormes puentes llenos de autos, varios bosques y por las noches cada vez, lograban ver mejor aquel hermoso lucero que alumbraba su sendero.

En los bosques de pinos y cipreses, encontraban nuevos amigos: muchos más mapachitos, sarihuellitas, puercoespines y muchas ardillas. Además una infinidad de patos y pajaritos, que les enseñaban el camino hacia el oriente.  Muchos de ellos, cuando sabían la misión de Chito, se unían en su búsqueda de la Navidad.

Era mucho lo que habían recorrido ya, pasando lagos y bosques tupidos. Algunas veces, poniendo en riesgo la vida, al tener que atravesar carreteras llenas de carros peligrosos.  Y no lograban encontrar la Navidad.

Chito, se sentía muy cansado, pero seguía adelante. Una madrugada, entre su cansancio no escuchó la voz de Chucho que le gritó ¡Cuidado! y cuando sintío sólo vio una enorme luz, que venía hacía él y lo cegó por completo.  Luego, de un sólo golpe, calló del otro lado de la carretera.  Un automóvil lo había atropellado.

Chucho y sus otros amiguitos, se acercaron a verlo muy triste, sabiendo que de esos accidentes, casi ningún animalito se salvaba.  Chito sentía mucho dolor y no podía levantarse. Y su gran amigo Chucho, lloraba amargamente.  Entre todos, lo metieron al bosque, pero nada pudieron hacer, Chito agonizaba lleno de golpes por todos lados.

Pero el hermoso mapachito, sabía que no había venido desde tan lejos, a morir en medio de una carretera, que su misión era encontrar la Navidad y eso iba a hacer.  Miró al cielo, hacia esa estrella que brillaba en lo alto y le dijo:  “Estrellita, quiero conocer el verdadero sentido de la Navidad, quiero saber a dónde alumbras, o cuál es el sentido de tu luz”.

Desde no muy lejos, una voz dulce y cálida pronunció su nombre:  “¡Chiiiiito, Chiiiiito!, mi  hijo valiente y lleno de fe...”, le decía aquella voz tan hermosa, al mismo tiempo que se llenaba el bosque entero de un suave aroma a rosas.  “Ven a acá, Chito, ven con nosotros”.

Chito empezó a moverse con gran dificultad, y ante el asombro de sus amigos, como pudo se levantó y casi arrastradito siguió caminando hacia el oriente.  Ellos querían ayudarlo, pero estaban un poco asustados, porque los ojos de Chito estaban brillantes como la luz de la estrella.  

El mapachito caminaba despacio, pero seguro y tras unos matorrales vio una imagen maravillosa: Era la imagen de Nuestra Señora de la Isla.   Sí, había llegado al Santuario de la Virgen de Long Island, quien con el niño Jesús en brazos, le daba la bienvenida a los pies de su misma imagen.  Vestida de luz y llena de estrellas lo miraba dulcemente.

Ven Chito, le dijo la gran señora, quiero presentarte a mi hijo. Él es el Dios de toda criatura sobre la tierra y del universo entero, y una noche como ésta, vino a salvar a la humanidad.  Siendo Dios, se hizo hombre y nació de mí...y habitó entre nosotros. Se llama Jesucristo y él es la Navidad.

Chito vio hacia arriba y el niño con sus bracitos abiertos le sonrió con gran alegría.  En ese mismo instante, todas sus heridas fueron sanadas y se sintió lleno de vida otra vez...y con un gran gozo en su corazón. Recordó que ése era precisamente el nombre que Beto, el árbol, le había mencionado.

“Tu fe te ha traído hasta aquí, y esa misma fe, te ha salvado”, le dijo la santísima Señora, quien llena de luz y con el niño en brazos, regresó al cielo dejándoles un gran resplandor, que parecía haber transformado la noche en día.

Los animalitos junto a Chucho y Chito, hicieron una gran fiesta, cantaron y bailaron a los pies de la imagen de la Señora y del Niño Dios.  Aquél hermoso y valiente mapache que recorrió bosques enormes, atravesó puentes magestuosos, ríos caudalosos, extensos lagos y se libró del bullicio de la gran ciudad, no sólo encontró a muchos amigos en su camino, sino siguiendo la estrella de oriente, llegó a encontrar a Jesús, quien le devolvió la salud y la vida...Aún después de tantos años, como los tres reyes magos, siguió la luz de su fe y encontró a Jesús.  Encontró de nuevo, el verdadero motivo de la Navidad. 






Fotos.
New York: susanfales-hill.com
Nuestra Señora de Long Island: 
http://ourladyoftheisland.sitetorch.com/Home/Welcome/tabid/115/Default.aspx


5 Comments:

At sábado, 24 diciembre, 2011, Blogger Unknown said...

Lindo este cuento de Chito. Que disfrutes tu Navidad.

 
At martes, 05 noviembre, 2013, Anonymous Anónimo said...

esta mui larga okis

 
At martes, 05 noviembre, 2013, Anonymous Anónimo said...

esta mui larga okis

 
At sábado, 23 noviembre, 2013, Blogger Unknown said...

Hola cómo estás? deseo que muy bien. Cuídate mucho y nuevamente felicidades por el green.
Atte.
Puebla de los volcanes

 
At lunes, 04 agosto, 2014, Anonymous Anónimo said...

Chachi:

Que pena en verdad, me da a mi, por ser tan despistado!

Hace un rato, por pura casualidad, me puse a "surfear" (termino viejo, que ya nadie usa) la interweb, y me encontre -otra vez- con su blog.

Lei un par de comentarios mios sobre los aviones de Aviateca, y tambien un comentario suyo, donde indicaba que me habia escrito, pero la direccion no habia funcionado.

Primero, por favor si lo desea, puede contactarme aqui: trsoto en (arrobita, pues) laahs punto com

Segundo, ahora mismo voy a hacer un bookmark a su blog, para no perderme lo que escribe, que encuentro ameno, refrescante y por supuesto, evocador de tantisima memoria de la querida Guatemalita chula.

Asi que, con la tremenda verwenza (le debo la u con dieresis) por tomarme tantisimo tiempo para responder a su comentario, reciba mis cordiales saludos.

Tulio, en Texas

 

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