BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

29 agosto 2010

CIRUGÍA PRIMERIZA (Segunda Parte)


¿Dr. Frankenstein?.. ¡y diay, si todavía no es halloween pa' disfrazarme de momia!... Pero llegó a explicarme que no había chance de laparoscopía, sino que tenía que abrir, porque las cosas no se miraban bien allá adentrito. (¿Y si salgo corriendo, qué pasa?, me pregunté).

Pero antes que me diera a la fuga, me presentaron a todos lo
que iban a participar del pago, nooooo, digo de la cirugía. Enfermera, asistentes y hasta un tal cirujano auxiliar que llegó con "cara de gato cagando" de tan serio y hasta algo bravo creo, no sé por qué. Se presentó conmigo y luego se fue por donde vino. Pero en la sala de operaciones no lo volví a ver. Se me hace que era mate, ya lo voy a investigar.

Pero el que más me dejó en qué pensar fue el anestesista, que llegó a explicarme lo que me iban a hacer para la respectiva dormidita, pero creo que ya iba anestesiado él también, algo en onda lo vi yo...pero tarde era ya para pensarlo mejor, porque inmediatamente me trasladaron al quirófano (Por allaaaá vi al Negrito que se quedó afligido).

Entré a ese lugar lleno de luz (¡uy!, sonó esotérico), y rapidito me colocaron en una camillita delgadita, parecía cama de monja eso. Yo creo que era para que empezara a rezar, y por aquello de las dudas, ¡púchica! instalaron unas charadas al lado y me comenzaron a crucificar, (¡Ay Diosito, pensé, no merezco morir como tú!) a lo macho, me estiraron los brazos y me los amarraron con unos tremendos cinturones. Y las piernas también. Eso no es precisamente por aquello de que uno se arrepienta y salga corriendo...¡No!, es para evitar movimientos de desesperación y dolor, por si la anestesia no agarra y se despierta uno a medio cuchillazo. ¡Tá jodido!

Luego de la amarrada, me pusieron una mascarilla de oxígeno y me dijeron que contara del 10 al 0. Yo creo que apenas llegué al 8...Cerré mis ojitos.

Abrí mis ojitos y ya me habían operado, pero yo no le atinaba todavía, me sentí en el infierno. Dos viejas pelonas me estaban gritando que respirara profundo, púchica y yo con un dolor de la fregada y un montón de tripas por todos lados (creí por un momento, que si era cierto lo del Dr. Frankestein). Ay Dios, mío ya me morí, pensé. Pero no, el dolor avisa que uno está vivo todavía.

¡Ulugrún! Qué espantoso dolor... Y a los pocos minutos, tr
aslado a la habitación, lo lindo que ya en el pasillo estaba mi Negrito con su sonrisota. Yo lo único que quería era que alguien me diera algo para el dolor...o al menos un mazazo estilo los tres chiflados, para descansar de semejante suplicio.

Las horas de dolor fueron mermando poco a poco, entre la morfina y el Negrito siempre a mi lado, sentía esperanza de que pronto todo iba a estar bien. A la mañana siguiente, llegó el cirujano a comentarme muy amablemente, que la operación estuvo un poco complicada, que se alargó más, no sólo el tiempo, sino también la cortada, porque tuvo que quitar además, un pedazo de intestino...Qué lindo, de seguro para hacer una su moronguita.

El siguiente día lo pasé más o menos bien, con el dolor allí y yo sintiéndome de la patada, con la panza abierta e inflada, pero al menos el personal era amable. A cada rato me iban a preguntar si ya me había yo ventoseado. Qué vergüenza. Me acordé de TIÓ COYOTE, cuando estaba haciendo fuerzas. La noche prometía tranquilidad, pero en una de esas que regresé del baño, que veo todo negro y...no me acuerdo qué pasó. Dicen que me desmayé y cuando reaccioné estaba en la cama rodeada de gente y yo de nuevo, con un montón de tripas por todos lados.

Dado el acontecimiento, me cambiaron a cuidados intermedios, a una donde tenía que andar todo el día con un aparato colgado, dizque para monitorearme el corazón.

Bueno así se alargó mi estancia en el hospital entre el desmayo y la fiebre que no cedía...Ah y los vientos que no salían. Pregunta diara: ¿Ya salió airecito? ¿Y el número dos?. Y yo seguía como Tió Coyote. Mi hermana me dijo que nunca en su vida había rezado porque alguien, tuv
iera un movimiento intestinal gaseoso (ustedes búsquenle la traducción más cercana).

Por fin salió, lo que tenía que salir ¡¡y todos me felicitaban!!, parecía mi cumpleaños.

Pero la fiebre seguía allí...los días se alargaban en el hospital entre las visitas de los "vampiros", que todos los días le sacan sangre a uno, las tomadas de presión y de temperatura, y los especialistas que a diario siempre pasan rápido como si ya se surraran (ah, pero para cobrar también son rapiditos). Tiene uno que tener apunte para que no se le olvide lo que les va a preguntar, porque en un ratito, se esfuman....

Me cambiaron de nuevo a otra sala diferente y en cada una dormía con distinta room-mate. En una de esas, me tocó una vieja loca que no dejaba dormir a nadie, exigiendo una y mil cosas. En otra, me tocó al frente de unos viejitos, uno de ellos el pobre como que tenía malo su colon, porque se echaba unaaaaas....que me tuvieron que sacar revirada de esa sección, porque casi echo el buitre y eso sí que era peligroso para mí. En otra me tocó con una chica, la pobre estaba bien tostada de la shola, tampoco dejaba dormir, pero fue la última noche, pues ya me dieron de alta.

Ya me estaba cansando de comer puros consomés sin sabor, café con olor a patas y unas gelatinas que olían a fundío...La comida era lo única malo en ese hospital. De todos modos, ni hambre tenía.

Es triste estar enferma, con la panza rajada y en un hospital, viendo y escuchando a gente peor. En los momentos de mayor dolor, por instantes le pregunté a Dios ¿por qué a mí?, pero inmediatamente me contestó: "Porque libré de una apendicitis tal, a una embarazada, o a un ancianito, o alguien muy débil, o a una persona sin seguro médico, o lo que es peor, a alguien sin servicios de salud cercanos". Qué bueno que me pasó precisamente a mí, entonces.

Aprendí en ese hospital, y al ver a tanto enfermito triste, que la soledad puede llegar a hacer más daño que el mismo dolor. Y que muchas veces nos quejanos, cuando hay otros peores. Que tengo a mi lado a un hombre cariñoso y cuidadoso, y compañeros de trabajo que me demostraron ser más que eso, pues nunca pensé que llegaran, no sólo a verme, sino a ayudarme a comer, a levantarme, a darme masajito, a caminar a orar por mí y a recuperarme. ¡Maravillosos!

Mis hermanos, mi papá, mi tía, mis primos y en todas partes, mis amigos y amigas, a través del facebook, emails, textos y por teléfono se mantuvieron y se mantienen aún, pendientes de mí con sus oraciones y consejos. Y mi mamita desde el cielo. Dios los bendiga a todos.

Ahora sigo en casa, parece que la recuperación está lenta, pero estoy bien con unas cuantas libras menos (qué bueno). Luego de algunos otros procedimientos (donde me tocó de nuevo tomarme los atolitos que les conté), y otros que me practicarán, estaré lista para regresar a mi vida normal. Mientras pido a Dios que bendiga mi descanso y mi trabajo ...se me quiten los dolorcitos y me ayude a salir adelante.

S
igo aquí muchá sin apéndice y parte de mi tripita, pero eso sí, con mis babosadas. Gracias a Dios.




Fotos de la película "La Novia de Frankestein" de 1935:
http://www.mad-monsters.com/Movie-Photos/Bride-Of-Frankenstein

16 agosto 2010

CIRUGÍA PRIMERIZA, HOY SÍ ME CANTÓ EL PIXCOY* (Primera Parte)

Rajada, pero no me rajo. ¡Ah chish tu machete Colibrí!





¡¡Ábrame de este lado también, carnicero...digo, doctor cirujano, con confianza!! Sí pues, tu feria. No hombre muchades qué arrale el que he llevado yo con esto de que por poquito y me lleva la pelona. Por andar yo haciéndome la muy, muy, poniéndole fijo al tormento y al dolor de panza, fui a parar, como quien no quiere la cosa, a la sala de emergencias y de resbalada al quirófano.


Uy no, uy no. Cada día los cólicos del intestino se me acrecentaban, pero como ya había faltado al trabajo 5 días por tal motivo y con la esperanza de que se desinflamaría la tripa, no quería hacerle caso a los avisos de la huesuda. Hasta que ese martes (tenía que ser), después de tanto volver del cuerpo por tantos dias (guacarear, pues), pensando en que se me iba a pasar, amanecí con un ojo rojo pura sangre. ¡Púchica!, parecía yo la Hermelinda linda, muchá, que hasta a mi jefe espanté tanto que él mismo me sugirió llamar a mi médico.

Al llegar a mi casa al mediodía, en busca de refugio en un tecito de manzanilla, el dolor se acrecentó y no tuve más que llamar al doctor, quien después de oir mis síntomas del momento, me dijo que me fuera al primer hospital que encontrara.

Aún pensando que estaba exagerando, le hice caso y me fui a ver qué me decían, pero en el corto trayecto de mi casa al hospital, ¡ja!, las punzadas en la ingle derecha, se ponían cada vez más trompudas. No sé que cara me vieron en el hospital, que algo rapidito me atendieron. Me pasaron a la sala de emergencias a acostarme en una camilla y va el primer pinchazo...ya ni la joden, dizque para el I.V. sí pues.

Primero vino un doctor italiano, con cola de macho, quien me dijo que no me preocupara que iban a poner algo para el dolor. Y que luego me harían una tomografía, para saber lo que allá adentro estaba fregando a la nena. Llegó una enfermera y en el suerito me metió un "toque", ustedes, que me puso a volar...dicen que era Morfina...El dolor seguía allí, pero al menos yo estaba contenta.

Al ratito me pasaron unos atolitos blancos con sabor a banano (banano, mi sombrero), újule con la novedad que me tenía que tragar 1 litro de semejante pócima (creo que era por el ojo de la Hermelinda). Le segundaba a los atolitos, un embudo medidor, por si no los aguantaba mi estomaguito y los guacariaba...así estarían de ricos.

La gran diabla muchá, era tomándome un bote y regresándolo al ratito. Mi pobre Negrito ya estaba dando como misión imposible, lo de tomarme el litro de yeso. Contenta le dije a la enfermera que me los había tomado, pero que los había regresado...Ipso facto, me trajo otros dos botecitos, que no había pena, que teníamos toda la noche para esperar que mi panza los retuviera...Qué de a pozol.

Por fin, la misión se logró y rapidito, antes que la buitreara, me llevaron a hacerme la Tomo, y antes de menterme al tubo, que me dieron otro mi vasito de atolito, por si quería repetir la reina. Ah, qué chulada.

Bueno, pensé yo, al menos tengo la nochecita para dormir, hasta mañana sale el resultado y me dirán que mi tripita sigue inflamada, me van a dar medicina y me voy pa'mi casita. Hasta le dije a mi Negrito que se fuera a la casa a hacer la mime....Qué, ¡ni maiz! En cuestión de minutos salió el resultado (y yo allí solita) y llega un médico muy afligido a decirme que mi Apéndice estaba enorme y que era urgente una cirugía, porque temían que estallara en cualquier momento.

¡GLUP!, pero si a mi nunca me han abierto la panza, ni para ponerme piercing, cómo que si el apéndice...nel mi galenazo, eso dice mi mamá que no se va a poder. Pero no hubo de otra, no me escapé de la bromita y tempranito estaba yo con tubitos por todos lados, ya lista para la carnicería. ¡Ay Dió!

Hoy sí me fui fea, pensé.

"Yo soy el Dr. Mondscheinsin" me dijo el cirujano...algo así, no le entendí bien el nombre, pero a mi me sonó a Dr. Frankestein...Ñaca, ñaca.

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* Cantar el Pixcoy o Pishcoy, es una creencia de algunos indígenas guatemaltecos. Según dicen el Pishcoy es un ave que si les canta cuando van por un camino, ya no deben seguir adelante, porque es seguro que algo malo les va a pasar. Decir que "le cantó el Pixcoy", es sinónimo de que ya se fregó.


Foto de la película "La Novia de Frankestein" de 1935:
http://www.mad-monsters.com/Movie-Photos/Bride-Of-Frankenstein