BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

10 julio 2006

COSAS DE MILITARES Y MUSICOS

Estas charadas me las contaron unos mis tíos, que al igual que las tías no se quedan atrás con sus anécdotas. Verlos contando las babosadas es para morirse de risa.
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Me contaba un mi tío, que era mecánico de aviación que un día le llegaron a regalar un costal de naranjas a un coronel, jefe de ellos, el cual tenía un habladito agudo muy peculiar. Sabiendo que sus subalternos eran bastante fregados les advirtió: "Cuidadito se hartan mis naranjitas, porque los voy a joder".
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Uno de ellos, que se las llevaba de muy listo desobedeció al coronel y se empezó a comer las naranjas y para no sentirse solo en la falta, repartía a sus compañeros. Los otros más listos, entre ellos mi tío, se fueron a lavar las manos inmediatamente. Pero el hartón siguió comiendo hasta que le bajó bastante al costal. En eso, venía el coronel y cuando vio que ya habían caminado las naranjas, muy enojado dijo : "!Por poco se hartan todas mis naranjitas".
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Inmediatamente formó a todos y decidió pasar revista de manos, oliéndole los dedos a cada uno. Los que habían lavado estaban sin pena, pero el otro que no alcanzó a echarse agua, viendo que ya iba cerca de él, decidió restregarse bien los dedos entre el fundío.
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En el momento que pasó el coronel oliéndole las manos, lo único que pudo decirle fue: !"Putaaaa usted, como le hienden a culo las manos!" Y lo mandó a lavarse en ese instante. Así que nunca pudo resolver el misterio de sus naranjitas y no logró arrestar a ninguno.
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Otro tío me contó de un músico militar, que siempre llegaba tarde a los toques, por lo que toda la vida resultaba arrestado. Ya estaba amenazado de que si una vez más llegaba tarde lo iban a suspender. Pero como también le gustaban los traguitos, eso era lo que lo atrasaba. Le tenían de apodo "Papayita".
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Así que un día se dio cuenta de que ya era tarde y andaba con otro compañero, por la calle Martí y no pasaban camionetas y lo único que pasó fue una carreta de basura, de aquellas que las jalaba un caballo. Le ofrecieron 5 centavos al "cochero" para que los llevara a la Concha Acústica. Pero Papayita cuando vio que no se apuraba, y todavía iban por el parque Morazán, le ofreció otros sus 5 centavos al de la carreta, para que lo dejara manejar a él y así tomó las riendas para llegar. A puro galope, se subió al parque centenario con todo y carretón de basura y llegó justo a tiempo que iba a comenzar el concierto. Claro, que eso fue hace añales, cuando 5 len servían para algo.
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Pero este Papayita tiene muchas historias. Otra vez, tenía que cumplir con un toque particular de unos 15 años. La cosa es que, como siempre llegó tarde y esta vez, bien bolo. Los otros músicos de la orquesta estaban nerviosos porque no llegaba, en eso lo vieron venir y le dijeron que se apurara. Como en el escenario estaba en alto, él tambaleándose les gritaba desde abajo: "Ya voy muchá, ahorita, ya voy llegando".
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Iba tan borracho que al subir las gradas del escenario, perdió el equilibrio y se cayó sentado sobre el pastel de la quinceañera. Asunto que puso al papá de la cumpleañera sumamente enojado y agarrando del pescuezo al músico lo sacó de allí a puras patadas.
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El Papayita, todo embarrado de pastel y aún haciéndose el muy orgulloso se paró en la puerta y gritó: "!De mejores lugares me han sacado!". En eso, se lamió un brazo y exclamó: "!Y ni que rica estuviera esa mierda de pastel!".
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Son muchas las historias que me cuentan mis tíos. Pero, otro día les cuento otras.

Quiero dedicar este post a mi tio Julio, que acaba de morir y nos dejó muchos recuerdos alegres. Fue quien me contó la anécdota de las naranjitas. Gracias tío por su compañía, sus chistes y sus canciones. Ya sé que Dios lo tiene en un lugar privilegiado. Siempre vivirá en mi corazón.

Foto: www.stonek.com
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09 julio 2006

¡DE VERAS QUE HAY GENTE SHUCA!

Me quedé atascada una vez en el aeropuerto de Barcelona porque los pilotos de Iberia habían hecho una huelga, demandando mejoras salariales y otras prestaciones. Recuerdo que me dijeron que debía esperar mi vuelo en una puerta de embarque determinada. La hora se daba, pero el avión nunca llegó.

A cada rato me daban una hora nueva, pero nada. Me instalé en la sala y me puse a ver las novelas que pasaban en la tele; estaban dando “La Usurpadora”. Hasta los zapatos me quité y fui a comprar chucherías, según yo, en cualquier momento llegaría el avión que me llevaría a Madrid. Algún día seguro que llegó, pero no fue ese.

Ya después de varias horas de novelas y programas de concursos, mejor me fui a averiguar a otro lado, qué estaba pasando allí y me dijeron que fuera a preguntar a un mostrador internacional, donde había una colona. Ala puchis, qué hueva, me dije. Pero me puse detrás de dos francesas. De repente me empezó a llegar una hedentina a sobacos, revuelto con vientos sureños, seborrea, hongos en las patas y demás hierbas descompuestas.

¡Ulugrún! eran las francesas, muchá. De verdad que por un momento me sentí en el Holocausto judío y, tenía dos opciones: seguir allí o salir corriendo a echar el buitre a otro lado. Ah, no me importó perder mi fila, ese bouquet de pestilencias no era para mí.

Así que mi viaje seguro fue al baño a hacer una devolución forzada de todas mis chucherías. Pero qué rico fue salir de esa cola. Regresé y me senté con vista hacia el mostrador, pero lo suficientemente lejos para que no me llegara tan fuerte el tufo de esas dos shucas. De plano, tenían como 6 meses de no darse ni un baño polaco (cara, fundío y sobaco).

Bueno, es cierto que en muchas partes de Europa, el agua se cuida mucho, pues es escasa. Pero sí hay chance de darse un bañito medio rápido. En la mayoría de lugares, las regaderas son como aquellas bombillas que tienen una pita para encender. Se jala, cae agua, se suelta y se enjabona uno (qué frrríoooo). Otra vez, se jala para desaguarse.

Nada de los baños extensos que nos damos por estos rumbos. A muchos nos da tiempo de leer, hacernos el spa en casa y otros, hasta se echan el chacuaco en la bañera.

Pero hablando de bañeras, no recuerdo quién me contó que por algún lugar de Europa donde estuvo de estudiante-huésped, le dijeron en la casa donde vivía, que una vez al mes había baño de tina. ¡Qué rico! Dice que dijo. Cuando se llegó ese día, le indicaron que cuando llegara su turno, podía meterse a la bañera. Lo único que esa bañera no se vaciaba después de que cada uno se metía. Era la misma agua para todos. ¡Qué asco!

Bueno, no todos pueden tener las felicidades con las que nosotros contamos. Yo creo que eso de que todos los europeos no se bañan, no es tan cierto. Cuando uno aborda los buses de primera hora en Madrid, esos donde va la clase trabajadora. Le llegan a uno un montón de olores a limpio, especialmente a Aqua Velva. Se ve que la gente va aseada.

Pero ese mito de que solamente los europeos no se bañan, se termina de morir cuando uno se mete a alguna camioneta en Guatemala. No me dejarán mentir que eso es caso aparte, especialmente por los olores internos que muchos aprovechan a expeler.

Conozco a un señor del altiplano, que se baña cada vez que ya no aguanta ni él mismo, su mal olor. Entonces calienta agua y después del baño se envuelve en 3 suéteres, se pone gorro y ya no sale ni al patio. Y no es porque no cuente con suficiente agua, sino porque ya es parte de sus costumbres.

Sé que en muchos lugares de nuestro país no llega agua y hay que caminar horas para ir a traerla en recipientes. Eso es parte de nuestra triste historia nacional. Y lamentablemente, es probable que eso, no haya fomentado una cultura de baño diario. Aunque dicen por allí que los nativos chapines, fueron los que enseñaron a los españoles a bañarse todos los días.

Pero a saber. El otro día estaba sentada en un cyber-café y tuve que levantarme porque a mi lado se puso un cuate (ladino), que apestaba creo que igual o peor que las francesas. Ese hedía a todo lo imaginable: patas shucas, mal aliento, sudor viejo. Solamente de acordarme me da revoltijo.

A veces hasta uno no anda muy oloroso que digamos, debido a un día agitado, pero hay olores de la gente que se aguantan y hasta se hace uno el loco. En cambio, hay otros que me han sacado revirada de algunos lugares. Que conste, que no tengo nada en contra de ninguna raza, nacionalidad o etnia, pero creo que a la persona a la que le gusta la limpieza, como sea busca mantenerse aseada. Eso pienso yo. Aunque sea con el baño polaco, verdad.

Bueno, no quiero dejarlos con la duda de cómo resolví lo mi estancamiento en Barcelona. Cuando se fueron las hediondas, volví a hacer mi colita, me anotaron en un puente aéreo, del cual nadie me había hablado anteriormente. Salí corriendo y llegué casi cerrando al último avión a Madrid y muy lejos de la peste de aquellas dos francesas. Creo que me dejaron traumada, las shucas esas.
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03 julio 2006

MI PAPI, ALUMNO SOBRESALIENTE

Según cuenta mi papá su infancia fue un tanto difícil. Allá en Asunción Mita, Jutiapa, la vida del campo solamente les exigía trabajo y poca diversión. Aún cuando por allí hay uno que otro cuento de la niñez, donde parece que la pasaban mejor que nosotros con nuestras caricaturas, la mayoría del tiempo era de puras tareas, "lazo y cebo", como dicen en Guatemala.

Al menos, mis abuelitos, dentro de su sencillez, comprendieron la importancia de mandar a los niños a la escuela. Pero tenían que levantarse antes de las 4:00 de la mañana a ordeñar las vacas y a limpiar la tierra por lo que, muchas veces, no les daba tiempo de desayunar y en el camino, tenían que irse comiendo a la ligera, una su tortilla con frijoles.

Al igual que muchos niños campesinos de la actualidad, mi papá tenía que caminar varias leguas para llegar a la escuela, donde los maestros les enseñaban las letras, los números y una que otra recomendación para cuidar de la naturaleza. Dice que una vez, toda la clase de ciencias naturales, el profesor trató de inculcarles la buena costumbre, de no matar a los pajaritos con hondas (resorteras), ya que como él los llamaba eran “los niños del bosque” y servían para alegrar el campo

Terminada la clase, el maestro les comunicó que iba a ir a la ciudad y que podían encargarle algunas cositas que quisieran, como dulces y esa cosas. Mi papá se le acercó y le dio 2 centavos. El maestro le preguntó:

- ¿Qué querés que te traiga, dulcitos de coco?
- No, dos varas de hule – le contestó mi papá
- ¿Y para qué querés el hule? – le volvió a preguntar el profesor, con el fin de saber de qué clase lo quería.
Y mi papá le contestó: - Hule, para una mi honda.

Dice que el maestro solamente se sonrió, pues se dio cuenta que fue un tanto inútil su metáforica clase sobre “los niños del bosque”. Pero creo que mi papá, desde chiquito fue un tanto voluntarioso, pero por fin aprendió la lección, porque ahora él les advierte a los niños no matar a los pajaritos.

Me cuenta que le gustaba mucho estudiar la geografía y una vez, estaban repasando las definiciones de los lagos, ríos, mares, etc. Cuando le preguntaron a él, qué era una isla. A lo que contestó inmediatamente: “Isla es una porción de tierra, rodeada de agua por todos lados”. El profesor lo felicitó y luego pregunto de nuevo:
- Haber, ¿quién me puede decir qué es un lago? En eso, un muchachito un tanto haragán para estudiar, levantó la mano y en forma muy seria y segura dijo:
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- ¡Eso es lo mas fácil! -
Exclamación que dejó a todos extrañados, porque este niño, nunca se había preocupado por saber, ni la “A”.
– Pues decí qué es- le ordenó el profesor.

- Lago, profe, Lago es mi papa – contestó muy diligente.
- -¿Cómo está eso? – le preguntó confundido el profesor.
- Lago, es mi papa – volvió a decir.

Entonces, mi papi reparó en lo que estaba diciendo el niño y le dijo al profesor:
- Mire, el Tencho, tiene y no tiene razón, lo que pasa es que su papá se llama Ladislao y le dicen “Lago”.

Al menos se rió toda el aula, con la aclaración de mi papá. Pero quién sabe si Tenchito, aprendió que Lago, no solamente era su papá.
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Pero la mejor historia la cuenta mi querido padre y fue las de las calificaciones de fin de año: Me dice que cuando tenía como 7 años, terminó el primer grado escolar y les dieron una especie de diploma pequeño, que en ese entonces, era el cerificado de aprobación o reprobación. Mi papá recibió uno de otro color y eso le llamó la atención. Por lo que fue a preguntarle a los demás, lo que les habían puesto en su certificado: Los de color celeste tenía la palabra “Aprobado” y los de cartulina rosada, como Tencho, tenían por el contrario, “Reprobado”.

Mi papá, al no encontrar ninguna de las dos palabras en su certificado de color amarillo, se puso muy afligido, pues por más que buscaba a otro que tuviera lo mismo, no lo encontró. Se pasó todo el día bien asustado y hasta llegó a sentir envidia por los que tenían la cartulina rosada y la palabra “Reprobado.
¡Ay dichosos! dice que se lamentaba y decidió jamás enseñársela a mis abuelitos, con miedo a una buena regañada.
- !No! - dice que pensó- qué me van a decir, si no me aprobaron, ni me reprobaron.
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A nadie se lo quiso enseñar, y menos a mis abuelitos que nunca vieron el bendito certificado, que terminó enterrado en el patio. Tal vez estuvo mejor, porque quizás, ellos tampoco habrían podido descifrar el por qué de ese certificado diferente.

Mi papi siempre ha sido muy inteligente para estudiar y fue abanderado en todos sus centros de estudios, hasta ser becado en Washington, por la excelencia en su trabajo.
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En agradecimiento y reconociendo el valor de la educación en los primeros años y en memoria de todos los buenos recuerdos de su infancia, gran parte de la herencia en terrenos que mi abuelito le dejó al morir, mi papá la donó para la construcción de la escuelita de la comunidad donde nació y creció. Para que así, dice él mismo, los niños, ya nunca más tuvieran que caminar tanto, llegar con hambre y cansados a recibir sus clases.
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!Ah, se me olvidaba! Lo que decía su certificado era: "Alumno Sobresaliente".
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Saludos a mi papi, que siempre nos enseñó que había que estudiar duro. Lástima que sea tan bravito. Pero eso es otra historia.

Foto Boys and Dogs del libro "Out of the Dump": Gladiz Jiménez. Niños Fotógrafos de Guatemala (Foto Kids).
www.fotokids.org
Visiten esta página que esta muy buena y la labor es espetacular.

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